domingo, 10 de marzo de 2013

LECCIONES DE CINE Y VIDA: LA CORRESPONDENCIA FÍLMICA ENTRE MEKAS Y GUERIN

Recién leí en un texto que el amor de un lector a un autor es superior a cualquier otro afecto. No sé si es superior -esta categoría ya no me aporta mucho-, pero sí es muy particular e intenso. Parece que lo llegas a conocer como a alguien tan cercano y el vínculo se va fortaleciendo. Creo que esto se aplica a cualquier tipo de autor (literario, cinematográfico, musical, etc.) y es desde ahí que me animo a escribir sobre Jonas Mekas y, de paso, sobre José Luis Guerin.

El árbol feliz de Mekas
La vida: hormigas en la tumba de Ozu
Ambos mantuvieron una correspondencia fílmica durante dos años (2009-2011) como parte de un programa auspiciado por El Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. El resultado: nueve piezas de arte invaluables para el cine, pero sobretodo para la vida.

Hablar, escribir y pensar en Jonas Mekas y en su trabajo es casi imposible para mí. Me lleno de ideas y de cariño y no puedo expresar tanto agradecimiento. Mekas apareció en mi vida y lo transformó todo -como las apariciones que vale la pena recordar-. Su obra cambió la idea que yo tenía de cine, de literatura, de la posibilidad de hacer cine, de la relación entre la vida misma -la más cotidiana- y el cine. Se trata de la exposición -no exhibicionista del yo más sincero en un registro cinematográfico que muestra nada más y nada menos que la historia de uno mismo en el mundo. 

Mekas tuvo y tiene, a sus noventa años, la asombrosa capacidad de deslumbrarse por la realidad tal y como es: bella, maravillosa, dolorosa, triste, injusta, contradictoria y bella otra vez. Sus películas son el registro de su paso por un mundo del que él forma parte y de su lucha por cambiarlo y hacerlo mejor, no sólo en el ámbito cinematográfico -que muy pocos reconocimientos le ha dado- sino en la vida, en la historia personal y comunitaria. Yo creo que lo ha conseguido.

Jonas Mekas cenando

Lo que hay en el cine de Mekas es amor, un profundo amor por el mundo; que no ha estado alejado de críticas y manifiestos revolucionarios. Por el contrario, Mekas ha trabajado incansablemente por la libertad de expresión, por crear vías alternativas para desarrollar un trabajo personal -en todo el sentido de la palabra- y no dictado por las leyes del puro entretenimiento comercial y vacío. En Mekas y en su obra - que son lo mismo- lo que hay es amor y humildad. Su cine es poderoso porque es sincero, sin pretención.

José Luis Guerin, quien seguro está tan agradecido como yo hacia Mekas, lo eligió para que sea su interlocutor. No se conocían personalmente, pero sí a través de la obra de cada uno. La admiración y el respeto de Guerin hacia Mekas se manifiesta en esta declaración:

La sombra de Guerin
«Antes de ver sus películas, las leí y las soñé a partir de sus textos. Mekas es un franciscano, un agitador en todos los sentidos; es como si, en el cine francés, Godard, André Bazin y Langlois fueran una misma persona».

No conozco ampliamente el trabajo de Guerin. He visto poco, pero lo visto me ha gustado mucho: la difusa frontera entre ficción y documental en su obra; la fascinación por el discurrir temporal y natural se presenta como algo que experimento cotidianamente y es muy difícil poner en palabras; me gusta lo intuitivo, lo sensorial y a la vez muy analítico de su propuesta. 

Mekas y Guerin se parecen, pero también se diferencian; por ello que el diálogo es posible. Son como un maestro y un alumno. El alumno es aplicado, quiere mostrar lo mejor, discurrir sobre temas fundamentales; Guerin lo logra de una forma genial. Por su parte, el maestro Mekas aprecia y respeta la obra de Guerin, la celebra y se asombra, pero como todo sabio trae los temas a tierra. El formato de carta es una experiencia nueva para ambos y resulta un fantástico ejercicio de (auto)conocimiento. ¿Qué mejor forma que la correspondencia? Cada saludo y cada firma me llenaba de luz.


Guerin despoja a sus imágenes de color. Las registra con mucho cuidado y elegancia en los encuadres. La belleza no está vacía, cada imagen importa y significa, acompañada del discurso en voz de un Guerin en constante viaje. Mekas hace lo suyo: el registro inmediato, juguetón, movedizo. No es un error (como me hizo notar el software editor de Youtube cuando subí el video), es un estilo personal cultivado: el estilo de lo realmente importante; falta iluminación, porque sobran otras cosas. La voz de Mekas, esa voz tan vital, haría vibrar a cualquiera y lo empujaría a salir corriendo con una cámara a buscar los "fragmentos de paraíso". 

Una cena de Mekas

La naturaleza en la ciudad es un tema de ambos. El monstruo urbano rodea y amenaza lo natural, pero hay reductos aún como estos niños jugando y tirando hojas secas a Guerin. Puro juego. Puro juego es también Mekas y el dibujo de un árbol con flores. 




Un personaje entrañable en la correspondencia es este árbol que Mekas ve cada mañana desde su ventana: a happy tree for a happy man. El diálogo es de ida y vuelta; la secuencia de Guerin en el bosque invernal trasporta.




Unas de las acciones más cotidianas -no solo de Mekas y Guerin-, tal vez sea citar autores. ¡Más aún en las cartas! Cuando las palabras vienen a nosotros por azar, la experiencia es más sorprendente, si cabe. Por supuesto que encontramos esto en la correspondencia fílmica:

Mekas citando a Artaud
Guerin encontrando una cita de Thoreau. Sabiduría pura.
El amor por un autor: la tumba de Ozu

El día a día también está lleno de muerte, dolor, tortura, despedidas (algunas más alegres que otras). No es mentira: hay artistas que son más humanos que artistas. Mekas y Guerin lo son. Son sobrepasados por el dolor y por la violencia; y a la vez son tan fuertes para enfrentarla y darle forma de imagen, rendir homenaje, hacer algo frente a la nada.






Mekas despide a una amiga

La reflexión sobre el cine y el trabajo del cineasta no podía faltar. Cada uno a su manera tan particular trata de expresar su proceso creativo, rebuscando imágenes, sensaciones e historias -sus historias-. Mekas se mete en archivos personales, se divierte con los recuerdos, habla de su próximo proyecto. Guerin está en medio de un proyecto, deja entrever sus preocupaciones, sus motivaciones; en ellas, está presente la gente -así en general-, los transeúntes, personas de paso, una condición que finalmente es la de todos. En los proyectos de Mekas, está él mismo y la humanidad en él. 


"The filmaker!"
Jugando con un perrito

"(Auto)retrato" de Guerin a través de un ojo femenino

Caballo sobrepasa los límites del encuadre

La cantante en la estación de metro
Mercado japonés

En la parte final de su tercera carta, Mekas se dirige a Guerin casi como si estuvieran conversando frente a frente. Solo se le ve el rostro, cansado por el trabajo hasta la madrugada como si fuera un chiquillo apasionado con lo que hace. Y lo es. Este eterno joven Mekas nos da tal vez una de las más grandes lecciones de la historia del cine y de la vida.



Fueron solo nueve cartas, pero el diálogo será infinito. Las correspondencias nunca deberían terminar. Y no, no terminan, aunque no haya más cartas de por medio.